COVID-19 ha obligado a los profesionales de los fondos fiduciarios a replantearse la situación. No sólo es necesario reexaminar los procedimientos clave, sino también la forma en que se asignan y gestionan las inversiones. Nuestra oficina de Malta comparte algunas ideas sobre cómo los trustees pueden adaptarse a un mundo en tiempos del coronavirus.
Buenas prácticas fiduciarias durante la "nueva normalidad"
El sector fiduciario de Malta pasó rápidamente al trabajo a distancia, y pocos clientes notaron grandes diferencias en la calidad del servicio. Sin embargo, tras bastidores, los trustees tuvieron que adaptarse, por ejemplo, con cambios en los procesos de debida diligencia y la ejecución, certificación notarial y legalización de documentos. Además, muchos clientes y trustees han empezado a considerar el uso de opciones de firma electrónica cualificada, que tienen la misma fuerza legal que las firmas de tinta fresca según la legislación maltesa.
Las videollamadas sustituyeron a las reuniones cara a cara, y se requirieron nuevos esfuerzos para mantener registros. Es posible que los beneficiarios deseen añadir niveles de escrutinio en estos tiempos de incertidumbre, y los trustees tendrán que estar doblemente seguros de que las decisiones tomadas están debidamente documentadas.
¿Es hora de revisar las inversiones?
Sin embargo, es el ámbito de las inversiones fiduciarias el que probablemente cause más inquietud. Los mercados han recuperado muchas de sus pérdidas iniciales, pero el impacto económico a largo plazo sigue siendo difícil de calibrar. La legislación maltesa exige que los trustees actúen con la prudencia, diligencia y atención de un bonus pater familias (análoga a la del hombre razonable en el derecho inglés), salvaguardando los bienes fideicomitidos de pérdidas o daños. Los trustees tienen el deber de supervisar las inversiones, independientemente de si se ha delegado la función de gestión de inversiones. Deben existir sistemas, controles y procedimientos que garanticen que las revisiones de las inversiones se llevan a cabo adecuadamente. Entre las cuestiones específicas a tener en cuenta se incluyen:
- Asesoramiento independiente. Los trustees deben considerar si se requiere asesoramiento independiente para garantizar una revisión satisfactoria de la estrategia de inversión.
- Estrategia de inversión. Los trustees deben analizar si la estrategia de inversión anterior a la crisis sigue siendo adecuada. Por ejemplo, en el caso de una inversión inmobiliaria, ¿pagan los inquilinos el alquiler con regularidad o se ha concedido una moratoria? ¿Qué ocurre con los préstamos acordados por el trustee? Si el trustee ha recibido un préstamo, ¿dispone de liquidez suficiente para hacer frente a los reembolsos?
- Derecho a ingresos y requisitos de los beneficiarios. Podría ser necesario revisar los términos del trust si la implicación es que los pagos de ingresos no son realistas en el entorno actual. Los distintos beneficiarios pueden tener necesidades contrapuestas, y puede ser necesario revisar la ecuación ingresos frente a capital.
- Poderes de inversión. ¿Existe alguna restricción a los poderes de inversión de los trustees en virtud de la escritura fiduciaria que pueda afectar a su capacidad para cambiar la estrategia de inversión?
- Mandato discrecional. Cuando proceda, los trustees pueden revisar los mandatos de inversión existentes con los gestores de inversiones discrecionales.
- Escritura fiduciaria. En caso de que estas revisiones apunten a la necesidad de cambios, los trustees pueden considerar la conveniencia de modificar la escritura fiduciaria.
Tanto si se requieren cambios como si no, los clientes apreciarán una respuesta proactiva. Los trustees deben estar atentos a estos nuevos retos y preparados para tomar decisiones en beneficio de todos a largo plazo.